Primer Congreso Nacional de las Autonomías Regionales
V Jornadas de Jornadas de Historia de Santiago del Estero y del NOA
3 y 4 de Abril de 2020
Belgrano: Entre el Silencio y la Furia
Y el Horrendo Crimen Político de Juan Francisco Borges
Autor: Daniel Enrique Yépez*
Fragmento de la Ponencia:
El Federalismo Autonomista Provinciano. Tres Relatos Noroestinos, entre “el Silencio y la Furia” La ejecución del Teniente Coronel Borges, fue el 1° de Enero de 1817
Presentación:
La frase “entre el silencio y la furia”, proviene del artículo “Dos Regiones, un Origen. Entre el Silencio y la Furia”, de Gustavo Paz, publicado en la compilación de Raúl Alejandro Isla, “Sociedad y Articulación en la Tierras Altas Jujeñas. Crisis Terminal de un Modelo de Desarrollo”, ASAL-MLAL, Buenos Aires, 1992.
El “silencio” como interesante metáfora literaria y categoría de análisis político-cultural, permite elucidar una constante histórica: el desgraciado protagonista de este relato desanda la oscuridad del olvido, sepultado por la losa de silencio que la historia oficial liberal y mitrista nos impone como relato dominante. Naturalidad ideológica pergeñada por los vencedores de Pavón al suprimirlo de la escena histórica, pues su perfil era ajeno a la “academia” y “naturalidad” histórica que se sigue enseñando sin crítica, revisión, ni debate, en escuelas, colegios y universidades.
Manto de silencio que operó como precedente de otra gran negación histórica, amargo fruto de la eurocéntrica, universalista y decadente historia oficial, que niega la existencia de dos concepciones de nación irreconciliables: por un lado, el país semi-colonial, desigual, excluyente, primario y dependiente, sujeto al carro del imperialismo anglosajón, ansiado por las minorías dominantes. Cuestión que se contrapone, por otro lado, a la concepción de nación igualitaria, emancipada, democrática, inclusiva con desarrollo auto-centrado e integrado a sus hermanas latinoamericanas, que las mayorías populares reclaman como destino manifiesto. Cuestión estratégica, también ausente de los contenidos educativos formales y de los saberes populares que nutren el colectivo social. Silencio consecuente con la furia política, cultural, mediática y militar, que las minorías oligárquicas -de ayer y hoy- descargan a mansalva sobre nuestro pueblo. Furia padecida por el sujeto de este relato, en trágica similitud con su heroica y contradictoria vida, segada por el dolor de un asesinato político impune.
Juan Francisco Borges y su Cruel fusilamiento
Dejémosle la palabra a ese gran intelectual y colega santiagueño, el Dr. Ramón Bernardo Herrera, quien describe claramente el perfil político, ideológico y la acción militar de Juan Francisco Borges otro olvidado precursor del federalismo criollo en el NOA. Su valioso trabajo comienza así: “La expresión del artiguismo estuvo representado en la provincia de Santiago del Estero por el teniente Coronel Juan Francisco Borges. El protagonismo de los sectores populares en el territorio santiagueño y el anhelo de la autonomía provincial ante el unicato portuario eran coincidentes con las banderas levantadas por el artiguismo. Borges estaba de acuerdo con los dos objetivos perseguidos por José Gervasio Artigas, la emancipación y el federalismo.
De ahí que toda su lucha estuvo dirigida en torno a esos propósitos. Por ello compartió el ideario de los Pueblos Libres que en el Congreso celebrado el 29 de junio de 1815 en Concepción del Uruguay resolvió declarar la independencia respecto a todo poder extranjero y estableció las bases para la organización republicana y federal de nuestro territorio. Si Borges no asistió al “Congreso de los Pueblos Libres”, fue porque lo impedía la gravedad de la situación que atravesaba Santiago del Estero, en razón de haber declarado el caudillo Santiagueño “pueblo libre” a su provincia, rompiendo con la anexión a Tucumán, como lo había resuelto el Directorio porteño. En el antagonismo -aún vigente- del porteño-centrismo con el interior, se reflejaban dos Proyectos de país. El unitarismo portuario pretendía imponer el “orden”. El artiguismo levanta las banderas de la autonomía federal. El Congreso de Tucumán de 1816 respondía al primero y de ahí es que consagró con posterioridad la Constitución unitaria de 1819. No había duda del bando en qué estaría Borges. Por eso, el militar patriota, luchador en las guerras de la Independencia, creador de las tres compañías de “Patricios Santiagueños”, levantó la bandera de la Autonomía, derrocando al gobernador interino Don Tomás Taboada, proclamándose Gobernador de la provincia y comunicando esta decisión a la Junta. En ese hecho revolucionario, Borges estuvo acompañado por los sectores populares interpretando sus anhelos y aspiraciones de libertad. Todo ello en sintonía con la concepción artiguista. Naturalmente, la “historia oficial” tergiversó el apoyo popular a Borges.
Así, Domingo Maidana en “Borges, el Caballero Cruzado”, expresa: “El 4 de Septiembres de 1815, Borges derrocó al gobernador interino Tomás Taboada, se proclamó gobernador, acompañado de gente plebe, baja, ebrios, no había gente decente. Concurrió a la plaza y los acompañantes gritaban “Viva el Gobernador”.
Más allá de las despectivas palabras de Maidana, Borges en su rebelión interpretaba al pueblo, a sus soldados, a mulatos, esclavos y orilleros de la ciudad que ansiaban la autonomía. Luis Alen Lascano, en su obra “Ibarra y el Federalismo del Norte”, analiza las razones políticas, sociales y económicas que sustentaban su federalismo:
“La imposición centralista desde Buenos Aires estaba en marcha para sojuzgar al interior e impedir la organización institucional de las provincias con todos sus atributos. En 1814, una nueva división de la geografía gubernativa y administrativa dispuesta por el Director Posadas, trasladó a Santiago como Tenencia dependiente de la Provincia de Tucumán. Reclamos y Asambleas públicas protestaban por ello y a Borges le tocó acaudillar esas rebeldías en defensa del solar nativo. Santiago tenía una importancia estratégica. Como centro neurálgico de las comunicaciones y del transporte, era el principal nexo de unión entre las capitales litoraleñas y los extremos nortes del país. Venía ser el eslabón imprescindible de los pronunciamientos federales que aislaban en su redes al Directorio del Congreso, según planes artiguistas”. Por otra parte, agrega que: “la organización del Estado bajo los esquemas liberales, supeditaban la economía del interior al comercio de una importación y sus asociados porteños. El centralismo político aplastó a la Industria regional por la competencia sin cuartel a que fue librada con las manufacturas inglesas luego de la apertura del puerto de Buenos Aires y el comercio libre”.
Juan Francisco Borges se sostuvo como gobernador de Santiago del Estero por tan solo una semana debido a que fue vencido posteriormente por las fuerzas enviadas por el gobernador de Tucumán. Sin embargo, lo efímero de su gobierno no invalida el claro ejemplo de Borges en su lucha apasionada por la autonomía y la libertad de su pueblo en consonancia con los principios artiguitas y federales que se sostenían para regir la organización institucional del país. Su actitud revolucionaria la repitió el 10 de diciembre de 1816 al protestar y deponer al gobernador Gabino Ibáñez.
A raíz de ello, el 27 de diciembre, Belgrano envía tropas y vence a Borges en Pitambalá, tomándolo prisionero. Pagó con su vida sostener esos ideales, pues ordenó su ejecución el primero de enero de 1817 en la localidad de Santo Domingo. Si bien es cierto que no existen en los archivos históricos de la provincia elementos directos de su vinculación con Artigas, sí se encontraron documentos referidos a Borges, pertenecientes a hombres del entorno del caudillo oriental. Caso concreto, su vinculación con el General Martín Miguel de Güemes.
En el libro “Güemes Documentado” (Luis Güemes), puede leerse la carta que el gobernador de Córdoba, Teniente Coronel José Javier Díaz, le escribe a Güemes, en la que le afirma: “La copia de la aventura de nuestro Borges no ha venido (…) lo he sentido mucho porque debe estar muy buena. Dígale usted que tenga juicio y que asegure mejor sus empresas sin dejarse llevar de las fogosidades de su genio”. También la carta que el gobernador de Tucumán Bernabé Araoz le escribió el 10 de mayo de 1816 a Güemes, manifestándole que: “nuestro Borges sale hoy para Santiago, su vuelta será pronta, yo lo he atendido como a un recomendado de usted y como a un americano que puede sernos útil”. Para ejemplificar la amistad de Borges con Güemes -hombre de Artigas- está la carta del santiagueño a Güemes, dirigida desde Tucumán el 9 de mayo de 1816, en la que luego de comentarle acontecimientos políticos, pasa al terreno afectivo diciéndole: “A mi señora Carmencita (esposa de Güemes) mil expresiones y palmadas en el c… En llegando a Santiago, que será pasado mañana diré a mi Catu (mujer de Borges) los recados que a usted y su familia apreciable es deudor este su fiel y verdadero amigo”.
Asimismo, en su autobiografía, Domingo Matheu, hace referencia que Belgrano se ensañó con Borges llamándole “larva de Artigas y Güemes”. Por otra parte está la comunicación al Congreso de Tucumán, en la que Belgrano con respecto al fusilamiento de Borges afirma que “el artiguista ha pagado su delito”. Estos antecedentes demuestran que Borges, al estar vinculado al movimiento de Artigas, compartía sus ideas emancipadoras del federalismo oriental y las llevó al terreno de la acción, declarando a Santiago del Estero “pueblo libre”.
Las luchas, afanes e ideales federales de Borges, coincidentes con los principios del Protector de los Pueblos Libres tienen reconocimiento actual. Así, la autora Maximina Gorostiaga en “Borges. Precursor de la Autonomía de Santiago del Estero” dice: “Es el primero que se adhiere a la causa de Mayo y convoca al pueblo a iniciar movimientos autonomistas”. Luis Alen Lascano, en su libro sobre Ibarra, sostiene: “la Revolución de 1815, promovida por Borges, constituyó la primera manifestación de Federación Artiguista Mediterránea y tuvo repercusión insospechada en los lugares más apartados del país”.
Por su parte, Alfredo Gárgaro en “Santiago del Estero y el Federalismo Argentino”, señala con respecto a Borges, que “tenía un sentido cabal de lo que era el federalismo, así lo demuestra al protestar contra la autoridad arbitraria de Tucumán, solicitando la independencia autónoma de la provincia. Ante la negativa del Director Supremo, el pueblo indignado, con Borges a la cabeza, organiza la Revolución de 1815, que sofocada no impide un nuevo levantamiento en el que encuentra la muerte injustamente por orden de Belgrano”.
El General José Gervasio de Artigas “Protector de los Pueblos Libres”
Siguiendo ese razonamiento, Herrera concluye: “Hoy, a más de doscientos años del aquel Congreso de los Pueblos Libres, resurgen las ideas de Artigas y de Borges, que son el faro que ilumina las reivindicaciones de los pueblos federales que buscan una definitiva reparación histórica”.
Conclusiones para Debatir
El resentimiento personal y la furia política de Belgrano segaron cruelmente la vida del Teniente Coronel Borges. Si bien el relevante texto de Herrera, despeja dudas al respecto, significativos aportes del gran historiador cordobés Roberto Aquiles Ferrero permiten comprender los móviles ideológicos de esa terrible decisión. Tragedia que oscureció su final, de igual modo que la sombra de Dorrego lo hiciera con la vida de Juan Galo Lavalle. Ferrero, comentando la biografía de Belgrano escrita por Felipe Pigna en 2016, dice: “Belgrano, en definitiva y más allá de sus prendas personales y civiles, era un hombre de Buenos Aires y un miembro de la rica elite comercial de la “Reina del Plata”, pertenencias ambas que determinarán decisivamente la parte más importantes de sus ideas políticas y de su actuación en los conflictos interiores de su época”.
Continúa, refiriéndose a su campaña militar en Paraguay: “la verdad es que en la ocasión el General Belgrano, más que como libertador, actuaba como instrumento de la naciente estrategia porteñista de independizar de España a estas provincias y someterlas, simultáneamente, al dominio de Buenos Aires, como presunta heredera única de la potencia colonial”.
Agrega otro dato significativo, señalando: “Por lo demás, es muy evidente que el Ejército del Norte o del Alto Perú -primero al mando de Rondeau y desde agosto de 1816 teniendo al frente a Belgrano- había dejado de combatir a los realistas desde su derrota en Sipe-Sipe a fines de 1815. Desde entonces, se había convertido en un ejército de ocupación porteño, detestado en todas las provincias en que señoreaba, y que había dejado sus responsabilidades militares en manos de Güemes para dedicarse a reprimir a las montoneras federales y los gobiernos autonomistas que se alzaban de continuo contra el Directorio.
Como Jefe de este ejército, el último acto militar de Belgrano, ya muy enfermo, fue todavía de servicio al centralismo porteño: cuando el Director Supremo José Rondeau, a fines de 1819 ordenó a San Martín y Belgrano bajar con sus respectivas tropas para converger sobre Buenos Aires y salvar al centralismo amenazado por los caudillos federales del Litoral, el Gran Capitán osó desobedecerlo y marchó a Chile para preservar al Ejército de los Andes de la disolución, pero el creador de la bandera optó nuevamente por su patria chica y ordenó a su segundo, el General Fernández de la Cruz, cumplir con las indicaciones de Rondeau. El resultado fue el que temía San Martín: el Ejército del Norte se perdió para la causa de la Independencia en una noche de Enero de 1820 en la llanura de Arequito”. (…) “Belgrano, mantendría su fidelidad al Directorio hasta el final”.
Citas, que en primer lugar, son reveladoras de la filiación política de Belgrano. Y, en segundo lugar, de su discutible acción militar y de sus divergencias políticas y estratégicas con San Martín. Mientras el padre de la nacionalidad tomaba el ancho y vigoroso camino de la emancipación continental; el creador de la bandera se anclaba a la estrecha senda sin retorno, de enfrentar militarmente a los pueblos que se negaban a ser sirvientes de la rosca porteña y unitaria. De ahí, que el crimen de Borges encubriera trágicamente dos certezas y una decepción.
La primera, muestra el odio político de Belgrano hacia Artigas. Al respecto, Ferrero transcribe: “Hace mucho tiempo que lo he dicho: Artigas es agente de nuestros enemigos y unos a sabiendas y otros por ignorancia lo siguen”, le escribía Belgrano a Güemes en febrero de 1817, y en Julio le insistía: “Ha tiempo que estoy en la idea de que es agente de los españoles con la capa de patriotismo”.
Siguiendo este hilo argumental, Ferrero agrega: “Para nuestro General, las multitudes federales artiguistas -como para el Directorio al que prestó casi siempre obediencia- no eran sino una turba de “anarquistas” y “bandidos” a los que persiguió con saña. En octubre de 1816, por ejemplo, en carta a Manuel Ulloa, refiriéndose a los federales de Artigas, de Santa Fe y de Córdoba, expresaba su creencia de que “la canalla trata de traicionarnos”. Meses más tarde, opinaba que “nuestros paisanos” debían sentir “la vara de hierro de los enemigos o la de la justicia bien administrada por nuestros gobernantes… Es indispensable hacer uso de la cuchilla para que la gangrena no concluya con lo bueno”.
Crueldades apartes, Ferrero continúa: “Él mismo hacía uso de ella, metafóricamente, haciendo ejecutar a los soldados criollos que desertaban de sus filas, pero al General realista Pio Tristán le daba el trato afectuoso de “Mi querido Pío”. Hizo fusilar sin proceso y sin posibilidades de defensa en juicio al proto-caudillo artiguista de Santiago del Estero, el mencionado Coronel Borges, precursor de la Independencia y reconocido como esforzado patriota hasta por Mitre; en Córdoba, cuando la segunda sublevación federal de Juan Pablo Bulnes, sin esperar los resultados de la comisión mediadora Funes-Castro enviada a nuestra ciudad por el Director Pueyrredón, Belgrano, ultrapasando las órdenes recibidas, despachó a nuestra ciudad un regimiento al mando del Coronel Francisco Sayos para reprimir al líder artiguista.
La segunda certeza, no es menor. La fuerza centrífuga de la balcanización continental, luego de frustrarse el proyecto emancipador bolivariano y sanmartiniano, en el cual el sentido de la independencia estaba asociado a la construcción de una gran nación latinoamericana, impulsó un segundo proceso de división interior. Este se localizó en la geografía de las Provincias Unidas, recibiendo el nombre de balcanización endógena e implicó la pérdida de la provincia guaranítica, a la que se sumó el desmembramiento de la Banda Oriental, del Alto Perú y de los territorios de Santa Catarina, Paraná y Río Grande, hoy integrados a Brasil. Lamentablemente, la desastrosa campaña militar de Belgrano en Paraguay, más su desprecio a Artigas y a los caudillos federales, contribuyeron decisivamente a dicho proceso de fragmentación territorial del cono sur latinoamericano. En ese mismo sentido Alberdi razonaría más tarde, señalando que la Revolución de Mayo se había transformado en una “Revolución Porteña”, cuando decidió abandonar las reivindicaciones históricas de las provincias interiores del antiguo virreinato, para someterlas a los designios del puerto.
Por último, la decepción tiene que ver con las ominosas sombras que giran alrededor de este ilustre prócer, pues la Academia liberal y mitrista lo fundió en la inerte inmortalidad del “bronce”, despojándolo contradicciones humanas. Y si bien encarnó una singular expresión de la Ilustración Católica rioplatense, como hombre de Mayo y patriota insobornable, al mismo tiempo su perfil histórico, político y personal más humanizado y falible, sigue ensombrecido. Ahora bien, la trágica desobediencia de sus subordinados en el Motín de Arequito (1820) dejó claros indicios sobre sus fidelidades políticas, marcando a fuego el epílogo de su vida pública, militar y política. De nosotros depende impedir que esta etapa de su vida prosiga sepultada en el reseco mausoleo de la historia oficial, generando nuevos aportes, investigaciones e interpretaciones que barran la hojarasca y la levedad de esa profusa literatura que lo tomó como objeto de estudio, oscureciendo con ríos de tinta su añeja figura.
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San Miguel de Tucumán, 20 de Junio de 2021
8 de Enero de 1820, se produjo el Motín de Arequito, señalando el final del Ejército del Norte, comandado por Belgrano.
* Licenciado en Pedagogía; Magister en Ciencias Sociales, Orientación Historia; Doctor en Ciencias Sociales, Orientación Historia de la Educación. Docente-Investigador de las Universidades Nacionales de Tucumán y Jujuy. Profesor del Nivel Terciario de Formación Docente, Escuela Normal Superior J. B. Alberdi |
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