La dificultad de la temporalidad en la lucha.

Por: Rauly Gil.

Una dificultad, de entre tantas que surgen en la compleja trama de consideraciones que hacen a la construcción del llamado campo popular, es lo generacional. Quienes estamos dispuestos a ayudar en la transformación social y que por el momento vital que nos toca, con mucho recorrido ya y poco por recorrer, debiéramos considerar como aspecto relevante la veloz modificación que tuvo el mundo en las últimas décadas. Nosotros nos formamos en un mundo que ya no está, ubicados en el actual con cierto retraso en la adaptación frente a las nuevas generaciones, formadas en un paisaje revolucionado por el avance tecnológico y comunicacional que impactó en todo y a nivel mundial. Acordar un marco adecuado para el dialogo entre generaciones se hace imprescindible, si es sincera la intención del querer abrirse la intención hacia el futuro, hacia el otro, sabiendo que uno está de paso y que ese se va haciendo más corto. ¿Repetiremos aquella confrontación sufrida de a mediados del siglo pasado? Cuanto costó! Como es dificultad, amerita de reflexión, entonces les comparto más abajo un capítulo que trata sobre el tema, del libro: Humanizar la Tierra, en su parte: El Paisaje Humano, Capítulo IV, que fuera escrito por Silo. No solo es motor del proceso histórico la lucha de clases (según marxismo), la dialéctica generacional se impone determinante en un mundo que aceleradamente va cambiando.

  1. MEMORIA Y PAISAJE HUMANO
  2. Ante un paisaje desconocido apelo a mi memoria y advierto lo nuevo por “reconocimiento” de su ausencia en mí. Así me ocurre también con un paisaje humano en el que lenguaje, vestimentas y usos sociales contrastan fuertemente con aquel paisaje en el que tengo formados mis recuerdos. Pero en sociedades en que el cambio es lento mi paisaje anterior tiende a imponerse a estas novedades que percibo como “irrelevantes”.
  3. Y ocurre que viviendo en sociedades de veloces modificaciones tiendo a desconocer el valor del cambio o a considerarlo como “desvío” sin entender que la pérdida interior que experimento, es la pérdida del paisaje social en el que se configuró mi memoria.
  4. Por lo anterior comprendo que una generación cuando accede al poder tiende a plasmar externamente los mitos y las teorías, las apetencias y los valores de aquellos paisajes hoy inexistentes pero que aún viven y actúan desde el recuerdo social en que se formó ese conjunto. Y ese paisaje fue asimilado como paisaje humano por los hijos y como “irrelevancia” o “desvío” por sus padres. Y por más que luchen entre sí las generaciones, la que adviene al poder se convierte de inmediato en retardataria al imponer su paisaje de formación a un paisaje humano ya modificado o que ella misma contribuyó a modificar. De este modo, en la transformación que instaura un nuevo conjunto está el retraso que arrastra desde su época de formación. Y contra ese retraso choca un nuevo conjunto que se está formando.

Cuando he hablado del “poder” al que accede una generación, imagino que se ha entendido bien, me he referido a sus distintas expresiones: políticas, sociales, culturales y así siguiendo.

Silo.

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